Hoy no voy a dejaros una receta, haré una pausa y mañana os dejaré otra receta de mis amigos.
Me he ido a comer con el jefe, al sitio de siempre, un restaurante sin muchas pretensiones modernas y vanguardistas pero eso sí, un comida tradicional en un ambiente agradable y de mucha calidad, es el Asador ilicitano, de Elche.
De entrada hemos pedido una jamón ibérico, que estaba impresionante, una entreverado perfecto, al introducirlo en la boca se deshacía, no hacia falta utilizar los dientes, y bien cortado en laminas bien finas para que al comerlo fuese una explosión ibérica en el paladar, era de Juan Manuel. también hemos pedido un atún al limón, era algo delicioso, dejan macerar el atún fresco en zumo de limón y antes de servirlo le dan un toque de plancha el cual hace que se haga por fuera dejando una carne untuosa en la boca con todo el sabor a mar, este plato no tiene nada que envidiar al jamón.
Otro platito que hemos tomado son unos calamarcitos a la plancha, que estaban perfectamente cocinados, nada duros ni excesivamente blandos, nos los ha presentado el camarero y al cabo de unos instantes nos los ha servido ya cortados y listos para comer.
Estas han sido las entradas, todo ello regado con un vino excepcional, del cual luego os hablaré.
De plato principal, como siempre que voy a ese restaurante con mi jefe, he comido uno de los mejores cochinillos al horno que he comido en el levante. Es un plato que este restaurante lo hace espectacular, lo deja bien dorado por fuera, la piel crujiente y el interior es de una suavidad que es difícil de describir y tierno, la grasa y la carne se deshace al contacto con la boca.
Y para rematar el poco vino que quedaba un buen queso curado.
Como os he dicho el vino que hemos tomado, sinceramente increíble, no lo había tomado nunca (normal no puedo pagar una botella, aunque según he visto no ha sido nada cara ya que mi jefe conoce al dueño, según he investigado tiene un precio medio en tienda de 80€, y le han cobrado 60€).
El vino es Flor de Pingus 2003. Que vino aun estando escribiendo esto recuerdo su sabor y la sensaciones que me ha transmitido. Es un vino tinto de la Bodega Domino de Pingus, D.O Ribera del Duero, con una crianza de 14 meses en barrica francesa nueva. Color: rojo cereza muy intenso. Capa: alta. En nariz aromas a frutos rojos y negros muy maduros, notas de madera, en boca tras dejarlo respirar un buen rato, taninos suaves, muy sabroso, con buena acidez y un ligero punto alcohólico al final, nada desagradable, hace un buen recorrido hasta el final.
Me he ido a comer con el jefe, al sitio de siempre, un restaurante sin muchas pretensiones modernas y vanguardistas pero eso sí, un comida tradicional en un ambiente agradable y de mucha calidad, es el Asador ilicitano, de Elche.
De entrada hemos pedido una jamón ibérico, que estaba impresionante, una entreverado perfecto, al introducirlo en la boca se deshacía, no hacia falta utilizar los dientes, y bien cortado en laminas bien finas para que al comerlo fuese una explosión ibérica en el paladar, era de Juan Manuel. también hemos pedido un atún al limón, era algo delicioso, dejan macerar el atún fresco en zumo de limón y antes de servirlo le dan un toque de plancha el cual hace que se haga por fuera dejando una carne untuosa en la boca con todo el sabor a mar, este plato no tiene nada que envidiar al jamón.
Otro platito que hemos tomado son unos calamarcitos a la plancha, que estaban perfectamente cocinados, nada duros ni excesivamente blandos, nos los ha presentado el camarero y al cabo de unos instantes nos los ha servido ya cortados y listos para comer.
Estas han sido las entradas, todo ello regado con un vino excepcional, del cual luego os hablaré.
De plato principal, como siempre que voy a ese restaurante con mi jefe, he comido uno de los mejores cochinillos al horno que he comido en el levante. Es un plato que este restaurante lo hace espectacular, lo deja bien dorado por fuera, la piel crujiente y el interior es de una suavidad que es difícil de describir y tierno, la grasa y la carne se deshace al contacto con la boca.
Y para rematar el poco vino que quedaba un buen queso curado.
Como os he dicho el vino que hemos tomado, sinceramente increíble, no lo había tomado nunca (normal no puedo pagar una botella, aunque según he visto no ha sido nada cara ya que mi jefe conoce al dueño, según he investigado tiene un precio medio en tienda de 80€, y le han cobrado 60€).
El vino es Flor de Pingus 2003. Que vino aun estando escribiendo esto recuerdo su sabor y la sensaciones que me ha transmitido. Es un vino tinto de la Bodega Domino de Pingus, D.O Ribera del Duero, con una crianza de 14 meses en barrica francesa nueva. Color: rojo cereza muy intenso. Capa: alta. En nariz aromas a frutos rojos y negros muy maduros, notas de madera, en boca tras dejarlo respirar un buen rato, taninos suaves, muy sabroso, con buena acidez y un ligero punto alcohólico al final, nada desagradable, hace un buen recorrido hasta el final.
Los que podáis permitíroslo merece la pena probar este vino y este restaurante.
One Response
Jejeje…¿Cómo te cuida el jefe, eh? Eso es que vales mucho. De todo lo leído en esta entrada, me quedo con el vino 😉
Un besote, mi solete.
Vamosalculete.
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