El pasado día 27 de Octubre por razones de trabajo estaba en los madriles, antes de ir consulte en Facebook que donde podía ir a cenar y uno de los locales que surgió fue este y tras investigar un poco me decidí.

Reservé mesa para 2, y menos mal por que a pesar de ser martes, estaba todo lleno y eso que eran casi las 23h cuando empezábamos a cenar. Se encuentra en la esquina de la calle Ballesta 32 con la calle Corredera Baja de San Pablo, cerca de la Gran Via, en pleno centro de Madrid

Decoración de estilo industrial, lamparas grandes pero con luces tenues, azulejos grandes tipo metro, estanterías metálicas y mobiliario de madera, le dan un aire acogedor. En la puerta tiene una pequeña terraza con sombrillas y estufas. Nada más entrar vemos un barra de madera en forma de L, con unas pocas mesas y taburetes altos, tras unas estanterías un salón en forma de L con un gran sillón corrido  y tras subir unas escaleras un patio con mesas y sillas más pequeñas (lugar lleno de parejas). Todos los detalles están cuidados al mínimo de detalle.

Tras traernos la carta, nos tomaron nota y muy amablemente nos fueron recomendando sobre cantidades y platos y esta fue nuestra elección. Elegimos compartir todos los platos, así tendríamos la posibilidad de probar más cosas.

• Tacos de rabo de toro, unos mini tacos mexicanos servidos con verdura, un combinación acertada,  por poner un pero, tal vez un poco pequeños.
• Carpaccio de pulpo con salsa de aceituna, uno de los mejores platos que probamos, al meterlo en la boca notas el sabor a mar del pulpo y al instante siguiente estás en pleno campo de aceitunas.

• Tempura de verduras, estaba perfecta, crujiente el rebozado y sabrosa la verdura,  servida con una salsa de chili dulce muy rica y agradable, un pelín picantosa como a mi me gusta.
• Buñuelos de bacalao con salsa de piquillo, otro acierto pedirlos, el bacalao en su punto de sal y la salsa de piquillos para mojar pan.
• Patatas bravas, que tenían poco de bravas, estaban ricas pero como digo poco bravas.
• Baby cheeseburger, perfecta de tamaño para rematar el hueco que quedaba, la carne en su punto y el pan delicioso y no se rompía. Servido con patatas fritas (se me olvidó la foto).